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“Échale cerveza”
El sonido placentero y la humareda que produce rociar cerveza sobre la parrilla no aporta nada al sabor de la carne.
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“Está Sangrando”
El jugo que libera la carne desde el momento de reposo en el empaque, al igual que en el momento de cocción. Esto no se trata de sangre, sino de sustancias propias de la maduración.
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“Dale golpes para ablandarla”
Las abuelas cogían la carne a golpes, sin duda una práctica que no ha muerto del todo. La ternura de la carne tiene que ver, en realidad, con el tejido y con el corte que se haga.
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“Transmite males”
Consumir carne a término medio no es un riesgo para la salud. Por el contrario, la carne “cruda”, como se le llama erróneamente, es en verdad la de mejor sabor y la que mejor guarda las propiedades nutritivas.
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“Voltee la carne”
Voltear rápidamente la carne es muestra de poca experiencia. Solo se debe voltear un par de veces, además marcar las líneas de la parrilla la hacen ver más provocativa.
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“Corte argentino”
Para que suene mas vendedor, en Colombia hay quienes le dicen “churrasco argentino” al lomo ancho, también llamado chatas. En ese país, churrasco es cualquier tajada del novillo.
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“Adobe la carne”
Sumergir la carne en preparaciones diversas y “secretas” antes o durante el asado es un mito. En realidad, el secreto del sabor y la textura esta en el proceso de maduración, en nada más.
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“Huir de la grasa”
La carne con buen marmóreo (la cantidad de grasa en el interior del musculo) es garantía de sabor y textura. Los orillos cremosos (grasa) son muestras de un animal joven, de buena ceba.
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“No lave la parrilla”
Con cada asado, se debe lavar la parrilla, ojalá con una grata de acero. Es mito eso que los residuos de grasa del dan un “toque especial” a lo que se cocina. Gracias a esos residuos lo que si puede pasar, es que se queme la carne.
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“Prender fuego con químicos”
El uso de parafina, cera o cualquier elemento que acelere el proceso impregnará de un sabor extraño a la carne.
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